El hinduismo cree que las metas del ser humano se pueden clasificar en las siguientes cuatro categorías:

  1. Kama (alegría): el sentir plenitud a través de los sentidos, la sexualidad y las artes estéticas.
  2. Artha (metas): la búsqueda de la felicidad mediante la obtención de bienes materiales, el conquistar habilidades, como mejora de objetivos personales y familiares.
  3. Dharma (deber moral): enfocarse hacia la justicia, interna y externa, vivir de acuerdo con las leyes divinas propagadas por los diversos textos sagrados y por las enseñanzas de los sabios.
  4. Moksha (liberación): objetivo es alcanzar la liberación de los bienes que representan las tres categorías anteriores, liberarse de los objetivos y deberes mundanos, de los deseos, y más allá liberarse del ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento, samsara.

A través de ésta liberación es cuando el hindú alcanza la meta final de la vida, entrar en la unidad con todo lo que está más allá de esta realidad, que tiene carácter ilusorio. Mediante esa fusión entre su energía divina y la divinidad absoluta consigue liberarse de sus condicionamientos humanos y transcender la muerte, que lleva a la liberación de todo lo que no es. Es así cómo el cuerpo se libera del karma, un sistema que determina las condiciones de la siguiente vida en la que el cuerpo se reencarnaría.

Para liberarse de ese karma, el hinduismo presenta cinco sendas principales, aunque cada una de ella presenta afluentes, variantes y matices más específicos, pudiendo ser compaginadas en parte entre sí:

  1. Bhakti yoga, el camino de la devoción y la oración.
  2. Karma yoga, la senda de la ayuda al otro, de la acción desinteresada.
  3. Hatha yoga, cuadro de ejercicios físicos y espirituales que trabajan el cuerpo como un templo y como forma de oración a lo sagrado.
  4. Jnana yoga, alcanzar estados iluminados mediante el estudio de las escrituras sagradas, mediante una expansión de corte racional.
  5. Raja yoga, el encuentro con lo sagrado mediante la práctica de actitudes y prácticas meditativas.

La reencarnación en el Hinduismo

La enseñanza básica del hinduismo proclama que lo que somos en la actualidad es un resultado de acciones y decisiones tomadas en el pasado, en otras vidas anteriores, por lo cual, las futuras reencarnaciones estarán determinadas por las acciones, conciencia, y presencia con las que actuemos en ésta.
Cuando el concepto de reencarnación está tan afianzado como lo está en el hinduismo, la muerte no representa más que un breve paso intermedio entre una vida y otra. El ciclo de nacimiento, muerte y vuelta a nacer, Samsara, se produce hasta que el alma que habita y transita por entre las diversas reencarnaciones obre méritos para conseguir la ansiada liberación antes citada. Así la muerte no sería ya más un paso transitorio entre dos cuerpos. Y como ésta se produce mediante méritos, el sentido del duelo por un ser querido está asociado a ayudarle a conseguir una nueva vida que le acerque más a la liberación final.

 

La muerte en el hinduismo

Rituales de duelo en el hinduismo

Al igual que en el Judaísmo, el manejo del cuerpo defenestrado está muy marcado y ritualizado. Es tema de importancia fundamental en la familia, la gestión propia de éstos rituales.

Cuando una persona entra en una fase cercana a fallecer, los seres queridos se mantienen alrededor suyo, rodeando su cama. Cuando la muerte es más inminente, los familiares lo bajan de la cama al suelo a la vez que recitan oraciones sagradas en sánscrito, mantras, y se intenta que el moribundo beba agua del río Ganges, considerado como río sagrado. Cuando fallece es costumbre que las mujeres entren en un trance de desgarramiento mediante gritos de dolor y pena expresadas con vehemencia.

Tras la muerte se procede a los baños sagrados del cuerpo, envueltos en un paño blanco.

Si se trata de un hombre casado, la viuda despoja al cuerpo los signos de matrimonio que llevara el cuerpo, y lo entrega envuelto en un paño ritual a una mujer más joven que lo custodiará, los hijos masculinos se afeitan el pelo de la cabeza, salvo un mechón.

La ceremonia dura doce días, en los cuales la familia duerme en el suelo y solo ingiere comida vegetariana. Durante esos días por la mañana y por la tarde realizan baños rituales, cantos de mantras y visitan al cuerpo envuelto, que espera ser incinerado en una fecha que un sacerdote determine en base a cálculos astrológicos.

En el día de autos, el cuerpo es embalsamado y cubierto de flores, tras lo cual se le acompaña en procesión a un crematorio. Allí, en muchos lugares en ausencia femenina, se coloca el cuerpo sobre la pila funeraria. El sacerdote o el hijo mayor, si lo hubiera inicia el fuego que consumirá lentamente el cadáver junto a la madera, este proceso suele durar varias horas, espacio en el que la familia se queda cerca del fuego, compartiendo, rezando. Una vez convertido en cenizas la mayor parte del cuerpo (los grandes huesos como la cadera son difíciles de calcinar) estos restos se esparcen en un río, predominantemente el Ganges.

Las familias más adineradas ofrecen tras la cremación porciones de comida a gran cantidad de personas necesitadas, para que ese bien ayude a crear un karma más propicio al fallecido.

¡Comparte este Post!

¡No te lo pierdas!

Síguenos en redes

Conoce nuestras novedades a través de tus redes favoritas