Aunque el islamismo es la forma de religión más joven de las tres occidentales, reclama para sí la singularidad y la originalidad correcta de las religiones monoteístas.

El Islam se fue creado por Mahoma (siglo VI d.C.) que es considerado como el ultimo profeta de una saga de mensajeros divinos, en los cuales aparecen Jesús y Moisés, y cuyo primer eslabón lo regenta Abraham.

Al igual que el cristianismo, el Islam fomenta la divulgación y expansión de sus enseñanzas y prácticas más allá de sus lugares de origen.

Según la tradición musulmana, el practicante debe mantener cinco claros preceptos:

  1. Schahada (Credo): aceptar, creer y expresar que su fe en Alá y en Mahoma como su profeta.
  2. Salat (Oración): el musulmán debe orar cinco veces al día, a distintas horas, ysiempreendirecciónasu lugar sagrado yobjetode peregrinación, la Meca.
  3. Zakat (Donativos): cuando al practicante le sea posible, debe dedicar parte de sus beneficios a los más necesitados.
  4. Swan (Ayuno): musulmanes sanos deben ayunar durante el día en el noveno mes del calendario islámico, denominado Ramadám. Durante este periodo, se abstiene de ingerir alimento o bebida alguna, así como de practicar sexo o fumar mientras el sol ilumine el día.
  5. Hadsch (Peregrinación): al menos una vez en la vida el practicante musulmán debe visitar la estación central de su fe, la Meca. Si lo hace en el duodécimo mes islámico, se trata de una gran peregrinación, y se denomina Dhu al-Hijjah, en cualquier otro mes se considera Umrah, una pequeña meditación.

Los rituales mortuorios islámicos

Al igual que en el Judaísmo, en esta religión está prohibido todo lo que no sea enterrar bajo tierra al cadáver.

El entierro se lleva a cabo lo antes posible, preferentemente el mismo día del fallecimiento.

El cuerpo será tratado con una limpieza ritualizada. Esta limpieza la llevará acabo o bien un miembro de la familia o un profesional a ello dedicado, pero siempre será alguien del mismo género que el difunto y de religión musulmana. Tras el lavado se envuelve el cuerpo en un paño blanco que no contiene nudos para no impedir que el alma se viera impeditada a salir. Posteriormente se entierra el cuerpo, en ausencia de atadues, se usan los paños blancos mencionados.

La ceremonia

Antes del entierro se lleva a cabo una breve ceremonia donde los amigos y familiares tienen la ocasión de encontrarse y despedirse del fallecido. Suelen usarse para estas ceremonias o bien la mezquita, el cementerio o el instituto funerario. En esta ceremonia se abre el paño para que los familiares puedan ver una vez más la cara del difunto para iniciar la despedida. En este momento para nada se puede tocar el cuerpo o permitir que las lagrimas de los parientes le alcancen porque significaría salir de la pureza para el defenestrado.
Al finalizar la ceremonia el Imán pregunta a las personas congregadas si el difunto era una buena persona, a lo que todos responden afirmativamente, sin condicionar lo que en realidad pudieran sentir. Luego se pasa a oración del muerto, que finaliza con cuatro veces Allahu Akbar, “Alá es grande”. Luego el cuerpo puede ser enterrado.

El enterramiento

Para el enterramiento en sí el cuerpo es envuelto en un paño y llevado por hombres, generalmente familiares, hasta el lugar donde lo depositan bajo tierra. Allí lo colocan según su tradición, ligeramente escorado hacia la derecha, con los ojos hacia La Meca, los pies dirigidos hacia el sur.
Según esta tradición, cuando todos los seres cercanos han abandonado el lugar, unos ángeles levantarían el alma y antes de acompañarlo al descanso le lanzarían cinco preguntas, a modo de prueba final, que este debería responder adecuadamente: ¿Quién es tu Dios? ¿Quién es tu Profeta? ¿Cuál es tu Libro Sagrado? ¿Quién es tu Imán? ¿Cuál es tu Qibla (dirección de oración)?
Si a estas preguntas se responde con Alá, Mahoma, el Corán, el nombre del Imán y La Meca, entonces el alma encontrará su espacio de calma en su sepelio. Pero la creencia popular indica que por estar recién fallecido el cuerpo pudiera estar aturdido y responder erróneamente a estas cuestiones, aun sabiendo las respuestas, por lo cual el Imán se queda un tiempo a solas en el lugar del sepelio, para orientar y guiar al fallecido a una buena muerte en dirección y sentido a las legislaciones islámicas.
Si responde correctamente estas cuestiones, el cuerpo y su alma pueden descansar tranquilamente en la tierra que le acoge hasta el día del Juicio Final, que contiene muchas similitudes al mismo de la religión cristiana. En ese día se reunirá la humanidad, rendirá cuentas por la vida vivida, y se le asignará un plano en la eternidad, que está dividido en siete subplanos, que van desde el más alto elevado paraíso o Dschannah hasta el profundo infierno o Dschahannam.

Rituales de duelo en el Islamismo

Dado que, al igual que el cristianismo, se trata de una religión muy expandida en el mundo, no existen unos rituales de duelo fijados como los que conocemos del Judaísmo. En general se puede afirmar que la mayor parte del peso de este tipo de rituales, recae en las mujeres: modifican en señal de duelo las prendas que visten (en Oriente Medio se cubren de negro, de blanco en el norte de África); las de menor edad visten este luto durante tres mes, las más ancianas hasta un año.
Las mujeres son también las que al tercer, séptimo y cuarentagésimo día de la muerte, elaboran dulces que luego reparten entre el vecindario y la gente de su comunidad, simbolizando así una petición de que éstos le guarden al fallecido en un “dulce recuerdo”.
En el día 40 además se reúne la familia a leer la historia de Mahoma siendo un día muy intenso para los participantes, por lo general cargado de emociones y lágrimas, porque cuentan con la creencia de que ese día el fallecido regresa para estar cerca de ellos y escucharles.
En algunos lugares existe la tradición que unifica el Islam con el Judaísmo, donde en la jornada de aniversario, los seres queridos colocan una piedra en el lugar del sepelio.

Fuente: www.escuelatranspersonal.com

Material creado por: Raúl Vincenzo Giglio

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